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Textos que importan






PARA LAS VANGUARDIAS.

LAS VANGUARDIAS: CARTAS DESDE EL FRENTE

Cartas enviadas desde el frente a amigos o familiares, epitafios en memoria del amigo caído, escritos propagandísticos o más o menos entusiastas, manifiestos artísticos, pensamientos o vivencias plasmados en esta rica documentación de la que incluimos a continuación una pequeña pero significativa muestra:

APOLLINAIRE: "Querido amigo: te escribo desde uno de los lugares más tristes de la tierra, pero de los más célebres de esta guerra también. Vivo ahora en un agujero cavado en la tierra. El espectáculo es maravillosamente grandioso noche y día, el terrible estruendo es incesante, la llanura arruinada se siembra sin cesar con el metal de muerte en el que habrá de germinar la nueva vida."

GROSZ: “El Berlín al que retorné era una ciudad fría y gris. Los cafés cantantes y las tabernas funcionaban a todo tren, produciendo un contraste sobrecogedor con los oscuros y tenebrosos barrios de viviendas donde escaseaba la calefacción. Los mismos soldados que cantaban, bailaban y se agarraban borrachos a los brazos de las prostitutas, aparecían en otro lugar malhumorados, con paquetes colgándoles por todas partes y sucios todavía de la trinchera, atravesando las calles y marchando de una estación a otra.”

BOCCIONI: “Parece inminente la partida a la línea de fuego. Si tengo la suerte de encontrarme de frente a los alemanes les pegaré un tiro gritando: ¡éste por Balla!”

VALLOTON: "La guerra no es ese 210 que estalla, ni ese árbol rapado, cuyo tronco se ladea, ni esos tejados al descubierto, ni el desgraciado que arrastra su muñón hasta el refugio ilusorio de una zanja, o más bien es eso durante el segundo en el que el ojo lo advierte; ¡pero cuánto más vastas son sus repercusiones en el espacio! Puede decirse que ella oprime el pensamiento del mundo y que todos los actos humanos en todos los órdenes han sido alterados. El aire mismo que se respira en las líneas no es el de antes, hay imponderables, una especie de rectificación del instinto, que se libera de largas domesticaciones; el individuo ensanchado en todas sus posibilidades se muestra sin afeites, en su medida exacta.”

MARC: “Los siglos venideros recordarán con ternura ese sueño feliz, envuelto en verdes centelleos, de un mundo absoluto de formas. Pero la verdadera lucha por la nueva Europa y la nueva forma se libra en otro campo de batalla. No en los sueños.”

KANDINSKY: “El arte va hoy por unos caminos en los que nuestros padres no podían ni soñar; uno se encuentra ante nuevas obras como en un sueño, y se oyen los jinetes del apocalipsis en los aires; se siente una tensión artística por toda Europa, en todas partes se saludan nuevos artistas. ”

BUCCI: “En aquel ‘octavo pelotón’ de voluntarios que se había definido modestamente como el de los Titanes y el de los Genios, en aquella singular columna armada compuesta por, entre otros, Marinetti, Boccioni, Sant’Elia, Russolo, Funi y Piatti, estallaban extrañas y violentas disputas cuando el nombre de Cézanne, del que entonces sólo sabíamos nosotros, era voceado aquí y allá como si se tratara de un oficial, de un soldado, de un mulo. La voz de tenor de Marinetti tronaba: - ¡Basta, basta! Estamos aquí para forjar Italia, gente de todas las tendencias. ¡Basta de discusiones de arte! Con pinceladas de acero hacemos cuadros de hombres. Sironi suspiraba: Hemos de tener entusiasmo...”

LEGER: “A todos esos ceporros que se preguntan si soy o seguiré siendo cubista cuando vuelva, puedes decirles que mucho más que nunca. Nada hay más cubista que una guerra como esta que te divide más o menos limpiamente a un buen hombre en varios trozos y los envía a los cuatro puntos cardinales. Por lo demás todos los que regresen comprenderán mis cuadros enseguida: la división de la forma, me quedo con ella.”

DIX: “Tengo que verlo todo. Todos los abismos de la vida tengo que vivirlos por mí mismo. Por eso voy a la guerra. Y por eso, desde luego, me enrolé como voluntario.”

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Confort e Higiene: Historia de la vivienda obrera, durante la revolución industrial

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Lecturas  
Solo puede entrarse en las casas por corredores bajos, estrechos y oscuros, donde un hombre no puede llegar a tenerse a menudo en pie. Los corredores sirven de lecho a un arroyo fétido cargado de las aguas grasientas y de las inmundicias de toda clase que llueven de todos los pisos y que se estancan con frecuencia en pequeños patios mal empedrados, en forma de charcas pestilentes. Se sube por escaleras de caracol, sin barandillas, sin luz, recubiertas con asperezas producidas por la petrificación de las basuras; y así se llega a unos reductos siniestros, bajos, mal cerrados, mal abiertos y casi desprovistos de muebles y utensilios de caseros. El hogar domestico de los pobres habitantes de estos reductos se compone de una litera de paja hundida, sin sabanas ni mantas; su vajilla consiste en un pote de madera o arcilla desportillada que sirve para todo. Los niños más pequeños se acuestan en un montón de cenizas, y el resto de la familia se sumerge sin orden, padre e hijos, hermanos y hermanas, en esta litera indescriptible como los misterios que recubre […].
Callejuelas estrechas y sombrías que van a dar a pequeños patios conocidos con  el nombre de courettes, que sirven a la vez de desagües y de depósitos de inmundicias, donde en todo tiempo reina una constante humedad. Las ventanas de las habitaciones y las puertas de los sótanos se abren a estos pasajes infectos, en el fondo de los cuales una reja descansa horizontalmente sobre unos pozos negros que sirven de letrinas públicas día y noche […]. Una población extraña compuesta por niños raquíticos, jorobados, contrahechos y de aspecto pálido y terroso se agolpa alrededor de los visitantes y les pide limosna. La mayor parte de estos infortunados van casi desnudos y los mejor vestidos van cubiertos de harapos.
Pero estos, al menos, respiran aire libre; solo en el fondo de los sótanos podemos apreciar el suplicio de aquellos a quienes su edad o bien el rigor de las estaciones no permite salir. Lo más frecuente es que se acuesten todos en el suelo desnudo, sobre restos de paja de colza o de patatas resecas, sobre arena o bien sobre los mismos restos recogidos con esfuerzo durante el trabajo del día. El vacío en que vegetan se halla desprovisto por completo de muebles; tan solo a los más afortunados les es dado disponer de una estufa, una silla de madera y algunos utensilios caseros […].
Un olor indescriptible salía de estos hogares, a cuyo alrededor se veían niños acurrucados y a menudo metidos de tres en tres en cestos redondos y viejos… Raramente el padre de familia hace vida en estas moradas; se apresura a huir de ellas al hacerse de día para no regresar hasta muy tarde, ya enterrada la noche […]. De 21 000 niños han muerto, antes de la edad de cinco años, 20 700[1].




[1] Informe de Adolphe Jérôme Blanqui, Des classes ouvrières en France pendant l’année
  1848 y publicado en: Ragon, M., Historia mundial de la arquitectura y el urbanismo modernos. I: Ideologías y pioneros 1800-1910, Barcelona, Destino, 1979, pp. 25 y 26.

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